Rubén Brodsky: “Nos sentimos agradecidos a la historia por la oportunidad.”
06/04/2022 - Dialogamos con el Dr. Rubén Brodsky, Veterano de Malvinas, a 40 años del inicio de la guerra.
- Nos remontamos a 1982, donde un 2 de abril recibimos la noticia de que se habían recuperado las Islas Malvinas, ¿a vos dónde te encontró?
- Dos días antes, el 31 de marzo, yo recibía mi título de médico. El año anterior había hecho el servicio militar, y había conseguido una licencia para poder seguir estudiando. Ese día, recibo un telegrama en casa diciendo que debía presentarme en el regimiento, por situaciones que la patria me agradecería. Así fui, desconociendo lo que estaba pasando. Para el momento en que estaba viajando hacia Comodoro Rivadavia, yendo al Regimiento de Infantería 25, donde había hecho el servicio, ya el regimiento había participado protagónicamente de la recaptura de las islas, y cuando llego allá el 3 de abril, me enteré todas la novedades de lo que había pasado.
- ¿Qué clase sos y qué edad tenías en ese momento?
- Yo soy clase ‘54, en ese momento tenía 25 años. La clase que participó de la gesta fue la ‘62 y ’63. Yo me enganché en ese momento con la clase ’62.
- Una vez allí en el regimiento, ¿cuándo se da el viaje a Malvinas?
- El regimiento participa gloriosamente de la toma de las islas nuevamente. Una vez allá, el jefe del regimiento empezó a hacer una evaluación de las necesidades, y una de ellas eran médicos. Entonces contactó al regimiento, y cuando se enteró de que yo estaba ahí, pidió que fuera. El 11 o 12 de abril, me llevaron en avión hacia las islas.
- En esos momentos se estaba armando lo que sería el Hospital de Campaña para la guerra
-Sí. Yo llego a Malvinas, el avión abre su compuerta trasera, y siempre digo que no sé si me baje del avión o me tiró el viento. Yo estaba parado en el medio de la pista con mi equipo de combate, y de ahí nos vinieron a buscar, porque íbamos con una enorme cantidad de elementos médicos, y nos fuimos casi al centro de Puerto Argentino, donde estuvimos unos pocos días. Mi posición final fue a 400 mts. de la pista. El aeropuerto fue motivo de hostigamiento permanente del enemigo. Nos atacaban los aviones y las fragatas. En esas condiciones vivimos todo el tiempo, hasta que llegamos a acostumbrarnos, y también a vivir en un pozo.
- Desde tu condición de médico, ¿en qué momento comenzaste a curar heridos?
- Una de las cosas que nos prometimos entre nosotros los veteranos, es tratar de filtrar las cosas que preferimos comentar y las que no, para no meternos en situaciones amargas. Pero, la verdad que nuestra actividad en ese sector fue intensa. Sanidad tuvo mucha participación, tuvimos mucho que hacer.
- Vos estabas en una situación donde tenías algunos años más que la clase ‘62 y ‘63. ¿Cómo vivías ese vínculo y esa contención?
- Te voy a contar una historia. En un momento del ataque enemigo, donde mi posición estaba a unos 800 metros del sector de comando, cae una bomba en este lugar, y hay un herido. Entonces nos llaman a nosotros. Mi jefe me dice que tengo que ir. Agarro una especie de mochila con cosas médicas y algo para transportar al herido. Cuando estoy por salir, uno de los chicos, que tenía 19 años, me dice que viene conmigo. Le comento que el plan es correr en zig zig por el camino, e ir pasándonos las cosas entre nosotros para alivianarnos la carga. Salimos a los gritos para ayudar a estimularnos. Los aviones nos tiraban, era demencial. Eran solo 800 metros, pero parecía una eternidad, porque el terreno era muy fangoso y estaba todo destrozado por las bombas. Cuando llegamos, casi desmayados, un oficial nos grita “tarde soldados, llegaron tarde”, a lo que me levanto para ver qué pasaba, y un helicóptero ya se había llevado al herido. Así que tuvimos que volver de la misma manera a nuestra posición. Te cuento esto para resaltar la actitud de los chicos de la guerra. Tenían un espíritu, y se comprendió tanto la cuestión de defender a la patria. Cuando uno es soldado de la patria, y la defiende, nos queda una especie de honor interno, de satisfacción, y nos sentimos agradecidos a la historia por la oportunidad.
- Luego de la batalla, llega el momento donde la guerra culmina, y comienza otra etapa. Se vuelve al continente con un gobierno que quería esconder a la sociedad los acontecimientos, esconder a esos soldados. En contraste con la actualidad, donde se los muestra con orgullo.
- Tengo una pequeña anécdota también. Así como recibimos ese telegrama convocándonos a la defensa de nuestra patria, siempre esperamos uno donde nos preguntaran “che, ¿cómo andan?”. Nunca lo recibimos. La realidad es que nos entraron por la puerta de atrás, nos escondieron, nos limitaron. Algunos tuvimos más suerte que otros. Yo al ser universitario, me colocó en una situación de privilegio. Esto me sacó de la vorágine de la posguerra inmediata, a meterme en la complejidad del estudio. Pero fueron muchos años de oscuridad. Y además, como nadie hablaba del tema, uno llegaba a pensar que no había ocurrido, que había sido algo de la imaginación. Hasta que en un momento nos empezamos a encontrar entre los veteranos y a hablar. La guerra empezó un día y terminó otro. La posguerra empezó y no terminó todavía.
- Y dejó la misma cantidad de víctimas después de la guerra que dentro de ella…
- Si, pero eso no es exclusivo nuestro. En todas las guerras, y de ambos lados, también se sufre lo mismo. La guerra es lo suficientemente brutal para que el ser humano pueda tolerarlo y vivirlo durante toda su vida, porque son recuerdos permanentes y es muy difícil. Además, al no tener apoyo psicológico, fue muy duro, y algunos no pudieron resistirlo. Aún hoy mismo, a 40 años, sigue siendo complejo.
- ¿Cómo fueron las comunicaciones con tu familia en aquel momento?
- Alguna carta, y encomiendas, aunque algunas llegaban saqueadas. De vez en cuando hablábamos por radio. Nos encantaba recibir cartas, era una forma de estar presente. Nosotros siempre mintiendo un poco sobre como estábamos allá, porque era muy difícil de explicar.
- ¿Qué dice hoy tu familia cuando surgen estos días cada año?
- Mis dos hijas están en Buenos Aires, así que no tuvimos oportunidad más que intercambiar una charla telefónica o mensajes por WhatsApp. Mi hijo la verdad que siempre me mira con mucho respeto, yo sé que está orgulloso de su padre. Y mis nietos, sobre todo el mayor, también estoy seguro que están orgullosos de su abuelo, más que nada hoy en día que nos invitan a los colegios a hablar.
- Los suarenses tenemos el privilegio de tener a nuestros veteranos con nosotros. Sabemos que ustedes vienen trabajando en el Bosque de la Gloria, donde deberíamos trabajar toda la comunidad para rendirles homenaje a ustedes.
- Habíamos empezado como asociación, que después por distintos motivos desapareció como entidad, y armamos un grupo de amigos. Con ese grupo creamos una página de Facebook que se llama “Veteranos de Malvinas Parque Héroes de Malvinas de Coronel Suárez”, y quienes ingresen allí podrán ver cotidianamente los progresos del parque. Tenemos 6 o 7 amigos y amigas muy comprometidos, y dentro del gobierno municipal tenemos entrañables amigos que están poniendo lo mejor de ellos para este proyecto. Tenemos trabajando al lado nuestro paisajista, arquitectos, ingenieros, mucha gente que nos acompaña con donaciones. En algún momento tendremos que volver a armar la asociación porque necesitamos una entidad legal.
- Para cerrar, ¿qué mensaje le das al ciudadano?
- Nosotros somos soldados de la patria, estamos orgullosos de serlo. Nuestros símbolos, el himno, la bandera, la escarapela, es la esperanza que podemos dejarle a los argentinos. Seguimos creyendo en ellos y en la patria. Si perdemos las esperanzas perdemos los deseos. Invito a la población a no perderlo. A pesar de estos momentos difíciles, sigamos luchando contra la desesperanza.