Unitarios y Federales: Por qué la Argentina no avanza tras 200 años de historia

Unitarios y Federales: Por qué la Argentina no avanza tras 200 años de historia

02/07/2023


En 1826 comenzó la primera guerra civil argentina que enfrentó a Federales contra Unitarios. Mientras los primeros defendían la autonomía de las provincias, los segundos lucharon por un gobierno centralizado ubicado en la Ciudad de Buenos Aires.

La historia escrita con sangre cuenta que los federales lograron imponerse a Bernardino Rivadavia y sus secuaces luego de 5 largos años de guerra, consiguiendo así la tan buscada soberanía e independencia para todas las provincias.

Sin embargo, a casi 200 años de esos eventos de "libertad o muerte", la Argentina aún sigue atrapada en la misma lucha ideológica y económica. Un poder central que controla a las provincias, que eclipsa virtudes y oportunidades de crecimiento.

Ese poder central, que no necesita levantar el estandarte de los Unitarios, se llama Nación y no importa quién gobierne. Es un embudo recaudatorio que absorbe indiscriminadamente recursos de las provincias y reparte a diestra y siniestra favores.

Dame que yo la manejo

Esta semana se conoció un informe de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de la Argentina (FADA) sobre la participación del Estado en la renta agrícola de cuatro cultivos (soja, maíz, trigo y girasol). Esto quiere decir, cuánto se quedan los diferentes niveles del Estado (nacional, provincial y municipal) de lo que genera un productor.

Según el informe, por cada 100 pesos de renta agrícola, 74,6 pesos se van al Estado vía diferentes impuestos. Independientemente de si está bien o mal el cobro de estos tributos, lo alarmante de la situación es que 3 de cada 4 pesos no son coparticipables.

O sea, el 75% de lo que se produce a lo largo y ancho del país, en tierras del "interior" productivo, viajan al Estado Nacional vía Derechos de Exportación (retenciones) e impuestos a los créditos y débitos bancarios.

De esta manera las provincias se desfinancian, generando una mayor dependencia del poder central e impidiendo, por ejemplo, reparar una ruta, construir un hospital, inaugurar una nueva escuela, invertir en ciencia e investigación, etc. Básicamente, no pueden generar mejores condiciones de vida para sus habitantes ni promover arraigo.

Para llevar a cabo cualquiera de estas obras, las provincias tienen que levantar el teléfono, rogar que los atiendan y pedir favores. En el mejor de los casos y, si la bandera política está alineada con el poder central, la ayuda llega. Sino, chau picho y a llorar a la iglesia.

El restante 25% de impuestos se dividen en 5,6% (provinciales), 0,9% (municipales) y el 18,5% son tributos nacionales coparticipables, que las provincias cobran en parte según los porcentajes asignados por al Ley de Coparticipación Federal (N° 23548).

¿Por qué el campo como ejemplo?

La respuesta es muy simple. El campo es responsable de 7 de cada 10 dólares que entran al país y, durante 2022, ingresó casi 57.000 millones de dólares, lo que equivale al 25% de la deuda externa bruta que la Argentina tiene actualmente.

¿Más sencillo? Si cada dólar que exporta la agroindustria se usa para pagar la deuda externa de nuestro país, para el próximo Mundial de Fútbol, la Argentina no le deberá un sólo centavo a nadie. Chau FMI, Club de París, BID o Pepe Argento.

¿Cuándo comenzó la deuda externa de nuestro país? En 1822, de la mano de los Unitarios para financiar la construcción del puerto de la Ciudad de Buenos Aires. ¿Qué querían lo federales? Que no se endeude a todo el territorio en beneficio de unos pocos y poder exportar desde cualquier salida al mar sin necesidad de pasar por Buenos Aires.

¿En qué gasta Nación ese dinero que recauda de las provincias? En muchas cosas y, cabe mencionar, que gran parte de ese dinero vuelve de diferentes formas a las provincias. Planes Sociales, obras de infraestructura, inversión en el ferrocarril de cargas y/o pasajeros, etc.

Rasquemos la olla

Pero, si buscamos bien, nos encontramos con algunas cosas agrias. El mejor ejemplo es el "Paseo del Bajo" inaugurado en 2019. Esa maravillosa obra que se le ocurrió al gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que demandó una inversión de 650 millones de dólares y que separa el tránsito pesado en la zona de Puerto Madero.

Esa obra fue financiada en un 87% por Nación con dinero que aportó el campo, entre otros contribuyentes. O sea, un gaucho que sembró soja en Río Cuarto, que se embarró las patas saltando la tranquera una y otra vez, le pagó el Paseo a los porteños.

La Circunvalación de Córdoba, una obra de similar importancia y fin, ya que ordena el tránsito de los cordobeses, demandó un cifra parecida. ¿Quieren adivinar cuánto dinero aportó Nación? Correcto! diría Susana. Cero. Nación no aportó un solo billete.

Sin necesidad de reencarnar la disputa Federales contra Unitarios de la mano de Córdoba y la Ciudad de Buenos Aires, pero sí tomando como ejemplo las obras antes mencionadas; queda claro que la Argentina continúa girando en el mismo espiral de silencio, atrapado en una ficción federal.

Fuente: Diario con Vos